LA POLÍTICA, LA INCERTIDUMBRE Y LA ECONOMÍA
«Este negocio se basa en la confianza de la gente en el largo plazo. Si el público no tiene la certeza de lo que ocurrirá en los siguientes años, pues no compran y, con ello, las inversiones se detienen.»
Por Alvaro Sotelo (alvaro.sotelo@pucp.edu.pe)
El pasado 15 de junio la ONPE culminó con publicar sus resultados al 100% de las actas contabilizadas que ubicaron a Pedro Castillo en primer lugar con 50.125% de los votos y a Keiko Fujimori en segundo lugar con 49.875%, con una diferencia de poco más de 44 058 votos del líder de Perú Libre. En un proceso electoral normal ello hubiera coincidido con el acto de proclamación del nuevo presidente de la República por parte del JNE (Jurado Nacional de Elecciones). Sin embargo, debido a la estrategia legal de Fuerza Popular, este proceso se ha detenido, y todo indica que puede durar un tiempo más. Ello nos lleva a una nueva escalada de crisis política e incertidumbre que lamentablemente ya es costumbre estos últimos años.
Pero ¿qué tanto nos afecta que se retrase más o menos días en proclamar al nuevo presidente de la República? Más de lo que imaginamos. Entonces, ¿cuál es el mecanismo de transmisión en la economía? Sin predictibilidad de la economía no se puede invertir, no se generan puestos de trabajo y la economía se paraliza.
Destacados economistas concuerdan que actualmente el mayor problema de la economía peruana es la falta de empleo, producto del desempleo masivo que se generó por las restricciones sociales que se llevaron a cabo por la pandemia. Dejando de lado la pandemia, agregaría que, ahora mismo, la incertidumbre política es uno de los principales problemas por el que estamos atravesando.
Hace unos días estuve conversando con un amigo vinculado al sector construcción y le pregunté cómo ve su sector la actual crisis política que vivimos. Me dijo que su sector estaba “palteado” por la actual incertidumbre política. Agregó que este negocio se basa en la confianza de la gente en el largo plazo. Si el público no tiene la certeza de lo que ocurrirá en los siguientes años, pues no compran y, con ello, las inversiones se detienen. Ahora bien, las inversiones ya en marcha, continuarán. Pero, los nuevos proyectos no arrancarán hasta que el panorama político se aclare.
Pero la convulsión política no solo afecta a las empresas. Te propongo un escenario hipotético: «Tienes pensado comprar tu primer carro y ya tienes el dinero necesario. Has visitado al concesionario automotriz unas diez veces; incluso ya tienes definido el modelo de carro y el color. Sin embargo, antes de comprar, te asalta una duda; dentro de dos meses se viene la renovación de personal en la empresa en la que trabajas y adviertes una bajada en las ventas, y piensas que puede haber reducciones en la nómina: sabes que difícilmente te despedirán, pero la duda sigue allí. ¿Qué harías?» Probablemente esperarías hasta que te renueven para poder hacer la compra.
Ese es el mismo razonamiento que siguen los inversionistas. Nadie va a invertir un sol sino tiene idea de que va a ocurrir con la economía en el futuro cercano. En este caso, para la economía, la incertidumbre es casi tan mala como el peor escenario posible. Ello paraliza las inversiones, no permite planificar a largo plazo. La duda mata.
Tener claridad sobre lo que viene es lo mejor que le puede pasar a la economía. Cuando las convulsiones políticas empiezan a afectar a la economía, es síntoma de que el sistema no esta funcionando. Urge, pues, que se realice una reforma política para evitar estos entrampamientos tan letales para nuestra alicaída economía.
El país no se puede detener.